Jugando con la sostenibilidad y sus COPtradicciones
Por: Samanta Quintero ; Yhaira Rincon ; Lucas Taffin y Juan Santoyo
Imagen 1: COP 29 en Baku, Azerbaiyán, 2024.
Este no es un artículo que se especifica en hablar del fin de la humanidad, ni que faltara menos, suficiente drama tenemos en el presente. Sin embargo, tocar temas como este se vuelve esencial si consideramos que existen actividades humanas que generan cambios trascendentales en el planeta, reflejados en el cambio climático, la pérdida y el deterioro ecosistémico.
Tratemos de imaginar brevemente el fin del mundo… Seguramente por su cabeza pasan escenas de películas o extractos de libros que describen diferentes versiones, algunas con tintes más trágicos, fantasiosos o sombríos y otras más cercanas a la realidad.
En una de las intervenciones durante la COP16 de la Biodiversidad llevada a cabo en Cali, en octubre de 2024, Alexandra Mestre, una mujer arhuaca del territorio de Nabusimake, de la Sierra Nevada, compartió un sueño que tuvo.
En él, se encontró con el planeta Tierra con forma de mujer que, respirando con dificultad, le pidió ayuda: ‘Si no me ayudas, tendré que estirar mis piernas y brazos, causando grandes sismos. Después, la humanidad me culpará, pero ya no puedo más, ya no soporto más. Ayúdame’.
Al concluir su experiencia, Alexandra interpeló al público: ‘¿Qué estamos haciendo para que nuestra madre Tierra pueda respirar? ¿Qué hacemos para que nuestros bosques, nuestra tierra y nuestros alimentos sigan sirviendo a la humanidad?’.
Imagen 2: Desastre Natural en Mozambique
La Crisis Climática es una Lucha de Clases
Seguramente, si estuviéramos en un juicio por la Vida, la humanidad sería condenada a cadena perpetua. Habría una sanción colectiva por los crímenes cometidos por unos pocos. Porque, si bien es cierto que la crisis climática nos llama a tomar consciencia individual, la realidad es que el 1% más rico contamina tanto como los dos tercios más pobres de la humanidad.
La crisis climática es entonces una grave consecuencia del capitalismo exacerbado y de su sociedad meramente consumista¹, que ahonda injusticias² y cristaliza los clasismos.
La retórica dominante atribuye la contaminación a los hábitos individuales de consumo, desviando la atención del impacto central de las industrias y sectores financieros en la crisis ambiental global. Es necesario responsabilizar y juzgar a quienes profundizan la crisis, porque las prácticas de consumo cotidiano nunca podrán ser equivalentes a los niveles de producción de CO2 de estos grandes actores.
En el 2023, las emisiones de gases a efectos invernaderos lograron niveles jamás visto antes: en marzo del 2024, más de 200 personas murieron tras grandes inundaciones en Kenia; unas 100 personas perdieron la vida en abril por altas temperaturas en Bamako, capital del Mali; La India y sus 1.428,6 millones de habitantes vivieron olas de calor sin precedentes en el último verano; más de 200 personas murieron en Valencia, España, por inundaciones a mediados de Octubre, y así las catástrofes se siguen presenciando cada semana en el mundo entero.
Se veía venir. En 1980, un científico de la universidad de Stanford, John Laurmann, hizo una presentación a representantes de las principales compañías petroleras, para advertirles de que si se seguían utilizando combustibles fósiles, el calentamiento global sería “apenas perceptible” en 2005, pero en la década de 2060 tendría “efectos catastróficos a escala mundial”. El mismo año, el Instituto Americano del Petróleo pidió a los gobiernos que triplicaran la producción de carbón en todo el mundo, insistiendo en que no habría consecuencias negativas. Este es solo un ejemplo: Exxon, Mobil, Total, Ford, General Motors sabían de los impactos generados por sus industrias desde los 50’s – 60’s, sin embargo, decidieron no revelar los resultados de sus investigaciones para seguir lucrándose sobre nuestro futuro y el de próximas generaciones.
¹ – La producción de carne representa alrededor del 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero y la moda alcanza el 8%.
² – Se estima que un multimillonario contamina más en 90 minutos que una persona normal en toda su vida.
Imagen 3: La Empresa Total cambió su nombre y su logo para enverdecer su imagen.
Las Conferencia de las Partes (COP): ¿parte del problema?
En el 1992, durante la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, nació la Conferencia de las Partes (COP), una serie de conferencias internacionales desarrolladas en tres marcos temáticos, el Cambio Climático (COP Clima), la protección de la Diversidad Biológica (COP Biodiversidad) y la Desertificación de las Tierras (COP Tierra), como si fueran temas aislados a tratar de manera separados. Los objetivos de estas COPs, basados en diferentes tratados internacionales, son de establecer estrategias y compromisos que esperaban derivar en acciones concretas para mitigar las crisis ambientales bajo la presentación y revisión puntual de Planes de Acción presentados por los 196 países firmantes de la Convención de la Naciones Unidas.
Descrito de esta manera suena bonito, pero la realidad es que en 32 años de COP el objeto se ha tergiversado de maneras terribles, por causa del capitalismo que impide transformaciones estructurales en la matriz de la producción y del consumo.
La COP Clima 28 se celebró en Dubaï, en los Emiratos Árabes Unidos, y la COP Clima 29 empezó este lunes en Baku, Azerbaijan. Estos dos países de regímenes dictatoriales violan los derechos humanos y sus economías se basan casi integralmente en la extracción de combustibles fósiles.
Kumi Naidoo, director del Tratado de No-Proliferación de los Combustibles Fósiles, denunció durante la COP16 de la Biodiversidad en Cali que “las delegaciones más grandes que vienen cada año a las cumbres del clima son las industrias del petróleo, gas y carbón. Es como si en un evento de Alcohólicos Anónimos, la industria del alcohol fuera su patrocinadora. Es tan absurdo como eso.”
Aún así, los gobiernos siguen confiando en estos espacios promovidos por las Naciones Unidas que cada vez más parece reducirse a un simple simbolismo de un sistema decadente. Quizás es tiempo de aceptar que no se puede luchar contra el cambio climático negociando con los autores intelectuales del ecocidio del planeta, los mismos que pretenden curar el cáncer que siguen propagando.
Video 1: Discurso de Severn Suzuki en la Cumbre de Río, 1992.
Falsas soluciones capitalistas a las crisis creadas por el propio sistema
Las Conferencias de las Partes (COPs) se presentan como espacios clave para abordar las crisis climáticas y de biodiversidad. Sin embargo, lejos de ser verdaderas plataformas de cambio, estos encuentros están controlados por el mismo sistema capitalista que nos ha llevado al borde del abismo. Las “falsas soluciones” que surgen de estas cumbres perpetúan la adicción al modelo financiero global, creando nuevas formas de dependencia y subalternidad entre los países del Norte Global y el Sur Global.
Estas dinámicas neocoloniales son evidentes: el financiamiento proviene de las naciones industrializadas y sus corporaciones depredadoras, mientras que los proyectos se implementan en territorios del Sur Global, ricos en biodiversidad. Este intercambio desigual limita la autonomía de los países del sur y somete a sus comunidades a proyectos que, bajo el pretexto de la conservación, perpetúan la explotación y el control externo sobre sus recursos y saberes.
Durante la COP 16 en Cali, Ninawa, representante del pueblo amazónico Huni Kuin de Brasil, denunció: “En más de 20 años asistiendo a las COPs, nada ha cambiado. Por el contrario, la situación en mi comunidad ha empeorado: los grandes fuegos, las sequías…” Aunque sigue asistiendo a estas cumbres, lo hace para visibilizar las falsas soluciones que allí se promueven, como los bonos de carbono. Según Ninawa, “estos bonos son un arma de doble filo. Nos dan dinero ahora, pero nuestros hijos y nietos pagarán las consecuencias en el futuro.”
Los bonos de carbono, uno de los pilares de los Acuerdos de París (COP 21), son un sistema de mercado promovido por el Banco Mundial y agencias multilaterales. Permiten a las grandes corporaciones contaminantes “compensar” su impacto mediante la compra de derechos para seguir contaminando. Estos derechos, a su vez, se basan en inversiones en proyectos de conservación que frecuentemente desplazan a las comunidades locales, las convierten en guardabosques sin recursos suficientes o transforman los territorios en destinos de ecoturismo. En este modelo, mucho dinero equivale a muchos bonos de carbono, pero también a más contaminación.
Aunque existen regulaciones, ninguna es contundente. Más preocupante aún es el impacto de estas dinámicas en las comunidades étnicas, rurales y populares que son las primeras afectadas. La llegada de fondos rompe las estructuras locales y fomenta lógicas de negocio que erosionan las relaciones comunitarias. Este modelo, lejos de ser una solución, amplifica las desigualdades y perpetúa las jerarquías sociales y económicas.
Es profundamente irónico que la COP 16, celebrada en Cali, Colombia, haya sido vista como una oportunidad de esperanza cuando este país es, año tras año, el más peligroso para los defensores de la naturaleza. Los logros simbólicos de la cumbre, como la creación del Fondo Cali para recaudar recursos del uso de secuencias digitales genéticas, el establecimiento de un Órgano Subsidiario Permanente y el reconocimiento del rol de los afrodescendientes en la protección de la biodiversidad, son importantes desde una perspectiva política. Sin embargo, ninguno de ellos cambia el catastrófico panorama en el que nos encontramos.
Mientras sigamos viendo estas cumbres como herramientas del capitalismo verde, las verdaderas soluciones estarán fuera de su alcance. La crisis no se resolverá con mecanismos financieros o simbólicos; necesitamos una transformación radical que cuestione el sistema mismo. El Sur Global no puede seguir siendo el sacrificio necesario para sostener las contradicciones del Norte. Es momento de mirar hacia las resistencias territoriales, hacia las luchas de quienes han protegido los territorios por siglos, y de rechazar de forma colectiva un modelo que comercia con nuestro futuro. La verdadera solución comienza en la resistencia y la autonomía de los pueblos, no en las falsas promesas de un sistema que solo busca reinventarse para perpetuar su dominio.
Imagen 3: La Transición Energética está re-victimizando a las comunidades de la Guajira
El disfraz del “capitalismo verde”: un llamado a la resistencia colectiva
En la superficie, los discursos de sostenibilidad y conservación parecen apuntar hacia soluciones para la crisis ecológica. Sin embargo, detrás de estas promesas se esconde un modelo que perpetúa las mismas dinámicas extractivistas de siempre, disfrazado bajo el término de “capitalismo verde”. Los números son alarmantes: desde 1970, el mundo ha perdido el 69% de sus poblaciones silvestres, cifra que en América Latina asciende a un devastador 98% (Almona et al., 2022, citado por Toro, 2024). Este colapso ambiental expone una dura realidad: la obsesión por el desarrollo económico sigue siendo incompatible con la verdadera protección del medio ambiente, como advierte Gudynas (2023).
La llamada transición energética no escapa a esta lógica. ¿A quién beneficia realmente? En Colombia, regiones como La Guajira se han convertido en zonas de sacrificio. Antes fueron las minas de carbón; ahora son los inmensos parques eólicos y fotovoltaicos. Sin embargo, paradójicamente, estas comunidades siguen privadas de derechos básicos como el acceso al agua y la electricidad.
Por otro lado, las supuestas soluciones, como los bonos de carbono, solo refuerzan las jerarquías sociales y económicas. Permiten a los más ricos seguir contaminando mientras convierten la vida en una mercancía, jerarquizando los derechos de los pueblos según su capacidad económica. En este contexto, ¿qué poder real podría tener un órgano como el permanente para pueblos indígenas y comunidades locales, cuando sabemos que las decisiones de las COPs no son vinculantes y dependen del compromiso de los estados?
A pesar de todo, los pueblos indígenas, afrodescendientes, campesinos y trabajadores han demostrado una increíble capacidad de resistencia. Durante más de 500 años de colonización y décadas de conflicto armado, han protegido sus territorios y culturas, construyendo espacios de autonomía que han sido un faro en la defensa de la biodiversidad y la vida.
Sin embargo, la defensa de la vida no se logrará en mesas de negociación con las grandes corporaciones. Es urgente multiplicar las resistencias territoriales, oponerse a los proyectos extractivistas y cuestionar las estructuras económicas que sitúan al pequeño consumidor como culpable, mientras los multimillonarios siguen saqueando los recursos del planeta. La lucha debe ser colectiva, desde la diversidad, y orientada a desmontar el sistema capitalista y colonial que está destruyendo el futuro.
Quizás este sea el momento de tomar las riendas de la vida y luchar con más fuerza. Necesitamos un cambio radical de paradigma, entender que el verdadero enemigo es el tiempo. Si asumimos una postura colectiva, podemos imaginar procesos distintos, capaces de sostener la vida más allá de nuestras propias existencias. El futuro de la humanidad no está garantizado, pero aún podemos ser parte de la vida si decidimos luchar por ella.
Bibliografía
Toro, C (2024, septiembre 5). COP16: ¿Protección de la diversidad cultural y biológica o profundización de la mercantilización de la Naturaleza? Indepaz. https://indepaz.org.co/cop16-proteccion-de-la-diversidad-cultural-y-biologica-o-profundizacion-de
Gudynas, E. (2023, enero 9) Detener la orgía de la destrucción de la biodiversidad: un nuevo intento, otra vez insuficiente. Centro Latino Americano Ecología Social. https://ambiental.net/2023/01/detener-la-orgia-de-la-destruccion-de-la-biodiversidad-un-nuevo-intento-otra-vez-insuficiente/
Rinaudo, M. E. (2011). COP-16: Negociación ambiental, económica y social ante la lucha mundial contra el cambio climático
Harvey, D. (2014). Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo. Akal.
COP 16 (s.f) Preguntas frecuentes. https://www.cop16colombia.com/es/
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (s.f) Modulo informativo COP 16. https://www.minambiente.gov.co/cop16/#1713292543739-88aaaf35-ba3c
Pineda, M. (2024, enero 29) La contribución del mercado de bonos de carbono en Colombia en la lucha contra el cambio climático. Dos perspectivas: implementación de alta tecnología y/o soluciones basadas en la naturaleza. Blog de departamento de Derecho del Medio Ambiente. Universidad Externado de Colombia. https://medioambiente.uexternado.edu.co/la-contribucion-del-mercado-de-bonos-de-carbono-en-colombia-en-la-lucha-contra-el-cambio-climatico-dos-perspectivas-implementacion-de-alta-tecnologia-y-o-soluciones-basadas-en-la-naturaleza/
Gonzales R. (2023, octubre 18). ¿Qué es la zona azul y por qué la llaman el corazón de la COP16? Territorios Sostenibles. https://territoriossostenibles.com/cambio-climatico/que-es-la-zona-azul-y-por-que-la-llaman-el-corazon-de-la-cop16/
Centre for Nature and Climate (2024, octubre 22). Implementando el Marco Global de Biodiversidad: Esto es lo que está en juego en la COP16. World Economic Forum. https://es.weforum.org/agenda/2024/10/implementando-el-marco-global-de-biodiversidad-esto-es-lo-que-esta-en-juego-en-la-cop16/
Monsalves, M. M. (2024, septiembre 10) Colombia rompe el récord histórico como el país más letal para defensores de la tierra y el ambiente. El Pais. https://elpais.com/america-futura/2024-09-09/colombia-rompe-el-record-historico-como-el-pais-mas-letal-para-defensores-de-la-tierra-y-el-ambiente.html
NASA. (s. f.). *Carbon dioxide*. Climate Change: Vital Signs of the Planet. https://climate.nasa.gov/vital-signs/carbon-dioxide/?intent=121
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. (2024, septiembre 6). Sector privado tendrá una gran participación en la COP16: Ministra de Ambiente. https://www.minambiente.gov.co/sector-privado-tendra-una-gran-participacion-en-la-cop16-ministra-de-ambiente/
Oxfam. (2020). Combatir la desigualdad de las emisiones de carbono: Poner la justicia climática en el centro de la recuperación de la COVID-19. Oxfam Internacional. https://www.oxfam.org/es/informes/combatir-la-desigualdad-de-las-emisiones-de-carbono